Amigas, las convoqué a todo esto, porque en últimas fechas he recibido información de sueños mermados, de “deberes” tatuados en pieles de mujeres, que esclavizan nuestra libertad. Porque leo a otras, de otros siglos. Y mucho en torno a ellas, me parece tan injusto, ¿cuánto hemos dejado de nosotras, de nuestro ser, del alma nuestra, en el andar por cumplir los sueños de otros, el “deber” de mujer?
Porque en agradecimiento a las que nos anteceden, tenemos acceso a las letras, sano y justo es dejar rastro a las que nos siguen, de la lucha de nuestros sueños de libertad.
Y si bien, hay tantas cosas por cambiar en nuestro entorno, pues empecemos dejando rastro del trabajo personal que a diario hacemos, para ser mujeres libres, con pluma en mano.
No se trata de ser rebelde sin causa, como afirman las buenas conciencias, tampoco se trata de odiar a esas “buenas conductas”.
Se trata de respetar la individualidad humana, el derecho de andar por la vida como el viento mesurado, sin tempestades que dañen a otros individuos.
Porque en agradecimiento a las que nos anteceden, tenemos acceso a las letras, sano y justo es dejar rastro a las que nos siguen, de la lucha de nuestros sueños de libertad.
Y si bien, hay tantas cosas por cambiar en nuestro entorno, pues empecemos dejando rastro del trabajo personal que a diario hacemos, para ser mujeres libres, con pluma en mano.
No se trata de ser rebelde sin causa, como afirman las buenas conciencias, tampoco se trata de odiar a esas “buenas conductas”.
Se trata de respetar la individualidad humana, el derecho de andar por la vida como el viento mesurado, sin tempestades que dañen a otros individuos.
Amigas, creo la sola existencia es un acto de valentía, hay que vivir lo mejor posible.
Sin embargo, no falta el negrito o negritos -del alma- en el arroz de la vida, que odian la felicidad en otros, y sus manifestaciones. A tal grado de urdir, en contra de quienes andan así por la vida. Por desgracia, en su mayoría son personas escudadas tras la buena moral, y los deberes de "bien". Tiran la piedra y esconden la mano.
Cuando la conciencia de lo anterior llega a uno (por lo general de golpe), duele, pues ¿qué mal puede uno hacer a los demás al luchar por los deseos y sueños propios?
Entonces las interrogantes aumentan ¿somos el reflejo de lo que ellos y ellas no han hecho con sus vidas, por el afán de hacer todo “al pie de la letra”? ¿quién dictó lo que es hacer las cosas al pie de la letra?
No quiero entrar en doctrinas ancestrales, porque esto se tornaría en cuento de nunca acabar, simplemente, se trata de elegir el color de mis zapatos, la hora de salida, a quién amar.
Porque han pasado años, donde mujeres, como nostras, lucharon por libertades, que ahora nos parecen tan simples y cotidianas. Mucho hay que agradecerles a ellas, pero las cosas no paran en gratitud y reconocimiento, a estas alturas, siglo XXI, seguimos repitiendo patrones, que aplastan, oprimen, destruyen, sueños tan simples como el derecho a simplemente soñar. Blindado tras el ¿qué dirán?
¿Cuándo dejaremos de preocuparnos por lo que otros juzguen de nuestras acciones?
Y así pienso casi a diario, porque aunque a mis 32 años, mujer independiente, autosuficiente; de vez en vez, cargo con el yugo de casa materna y paterna, que dicta que las niñas de bien, “deben” salir del amparo paterno, de blanco (y todas las purezas que esto implica) para estar al resguardo y amparo de él.
Porque no me ha sido fácil, salir de ahí, porque ante sus ojos, estoy mal. Y diario piden a dios, retome el camino de bien. Y esconden tras su puerta mi realiad.
Porque al no cumplir con el rol establecido, tu valor se ve mermado. Porque vivir sola, contigo, te hace vulnerable, y a los ojos de los demás "eres cualquiera", de la calle (las niñas buenas no viven solas, deben estar al amparo, siempre, siempre de alguien) y, seguro tienes un séquito de hombres en casa, vives con las piernas abiertas devorando y dejándote devorar por hombres.
Cuando la realidad de las cosas es tan distinta, algunas veces adversa, porque hay que corretear el alimento en un mundo dominado por hombres, que por mas preparada que estés, te ven como mujer indefensa a la cual están brindando su apoyo o por hacer lo mismo, tal vez más que ellos, pagan con migas. Siempre “protegiéndote”.
De tal manera que cuando llegas a casa lo único que deseas es dormir, pero no, la ropa, los trastes, la comida, la limpieza te espera; si tienes hijos, la tarea, y todo cuidado que un hijo requiere. Porque las mujeres nacimos con el don de ser amas de casa, y eso se nos dá, así de simple, es parte de nosotras.
Y cuando se nos ocurre, abrir la boca, para manifestar, no quiero esto para mí, no quiero ser únicamente ama de casa, mujer de “bien”, cuando exigimos una igualdad verdadera, somos tachadas de locas, irresponsables, descuidadas, revoltosas, abandonadoras de hogar, entre otros calificativos despectivos y peyorativos.
Porque las mujeres nacimos para ello, es nuestra obligación desde la cuna, por eso los juguetes, la réplica exacta de los trastes, muñecas, escobitas, la casita; nada de correr, subirte al cerro o árbol. No, no, las niñas buenas no hacen eso.
Cuando la cosa es tan simple, si decidimos incorrectamente, las únicas perjudicadas seremos nosotras, igual pasa con ellos, es parte de la naturaleza. De cualquier manera, no escarmentamos en cabeza ajena.
Por eso, que nos dejen soñar, vivir, sin cuestionarnos, sin oprimirnos, sin cantarnos nuestros deberes de mujer. Que nos dejen elegir, decidir, contigo sí, contigo no. Que nos dejen ser escribanas de la vida.
Porque no me ha sido fácil, salir de ahí, porque ante sus ojos, estoy mal. Y diario piden a dios, retome el camino de bien. Y esconden tras su puerta mi realiad.
Porque al no cumplir con el rol establecido, tu valor se ve mermado. Porque vivir sola, contigo, te hace vulnerable, y a los ojos de los demás "eres cualquiera", de la calle (las niñas buenas no viven solas, deben estar al amparo, siempre, siempre de alguien) y, seguro tienes un séquito de hombres en casa, vives con las piernas abiertas devorando y dejándote devorar por hombres.
Cuando la realidad de las cosas es tan distinta, algunas veces adversa, porque hay que corretear el alimento en un mundo dominado por hombres, que por mas preparada que estés, te ven como mujer indefensa a la cual están brindando su apoyo o por hacer lo mismo, tal vez más que ellos, pagan con migas. Siempre “protegiéndote”.
De tal manera que cuando llegas a casa lo único que deseas es dormir, pero no, la ropa, los trastes, la comida, la limpieza te espera; si tienes hijos, la tarea, y todo cuidado que un hijo requiere. Porque las mujeres nacimos con el don de ser amas de casa, y eso se nos dá, así de simple, es parte de nosotras.
Y cuando se nos ocurre, abrir la boca, para manifestar, no quiero esto para mí, no quiero ser únicamente ama de casa, mujer de “bien”, cuando exigimos una igualdad verdadera, somos tachadas de locas, irresponsables, descuidadas, revoltosas, abandonadoras de hogar, entre otros calificativos despectivos y peyorativos.
Porque las mujeres nacimos para ello, es nuestra obligación desde la cuna, por eso los juguetes, la réplica exacta de los trastes, muñecas, escobitas, la casita; nada de correr, subirte al cerro o árbol. No, no, las niñas buenas no hacen eso.
Cuando la cosa es tan simple, si decidimos incorrectamente, las únicas perjudicadas seremos nosotras, igual pasa con ellos, es parte de la naturaleza. De cualquier manera, no escarmentamos en cabeza ajena.
Por eso, que nos dejen soñar, vivir, sin cuestionarnos, sin oprimirnos, sin cantarnos nuestros deberes de mujer. Que nos dejen elegir, decidir, contigo sí, contigo no. Que nos dejen ser escribanas de la vida.
Amigas ¿seremos tan malas?
Abril 17, 2010
Playas de Tijuana, B.C.
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